
Abandonamos Julio con Gozo de Azahara Alonso, una novela muy veraniega, no porque hable de verano, no porque sea ligera, más bien porque sin quererlo te hace llegar tan lejos como soñar con perderte en ese paraíso que describe a lo largo de la novela, con pasear sus calles, acercarte a sus plazas, a sus gentes…disfrutar como sólo hacemos en vacaciones.
Me ha encantado la dualidad productividad-improductividad que plantea, las reflexiones y las miradas desde dentro y desde afuera, el ponerme en la piel de quienes habitan esos maravillosos lugares que para ellos no son más que su escenario diario y para nosotras tocar el cielo.
«porque no es lo mismo ocuparse de de descansar que no ocuparse de nada a expensas de lo que venga»
«Parece entonces casi imposible no hacer nada, y es un alivio que algunos tengan dudas sobre eso: no hacer nada no es moco de pavo, el grado de dificultad de no dar palo al agua supera con creces al de hacer algo»
Me ha conectado con las vacaciones en la infancia, ese aburrimiento productivo que ahora las criaturas han perdido por la hiperconectividad. No hablemos de los adultos, que parece que no podemos vivir sin mirar la pantalla…
Sería una preciosa invitación vivir ese gozo de apagar el móvil durante todo el día y vivir como hacíamos antes, disfrutando de cada momento sin la necesidad de contárselo al mundo, sólo contándonoslo a nosotras mismas. Recorrer el lugar en el que estemos desde la mirada curiosa, fijándonos en sus rincones, en sus gentes, oliendo sus fragancias, sintiendo en el cuerpo lo que nos dice…eso sí que sería todo un placer.
¿Te animas a probarlo?
«¿En qué momento mi vida empezó a ser accesible solo en vacaciones?»
Así empieza y es la mejor pregunta que puedes hacerte este verano.
