Poniendo límites

A veces una delgada línea separa lo mío de lo tuyo, tan delgada que la pisamos sin darnos cuenta. Compartimos tantos espacios que olvidamos darnos el sitio que necesitamos en nuestra vida. A veces necesito levantar los brazos, estirarlos frente a mí y decir hasta aquí.

No se trata de egoísmo, se trata de escucharme y entender lo que es y no bueno para mí, para mi salud mental y física y eso conlleva que tengo que alejarme, coger distancia y desde allí mirar lo que está sucediendo para que no vaya a más.

Poner límites desde una comunicación no violenta en la que poder sentirnos y escucharnos, en la que cuidar lo que decimos para no hacernos daño, en la que aprender a saber lo que necesitamos, ponerlo sobre la mesa y desde ahí negociar para que ambas partes salgan ganando.

Lo malo de esto es cuando una de las partes no se atiene a razones, cuando sólo quiere que se escuche su voz, cuando apaga la tuya, cuando todo lo que haces está mal a sus ojos, todo lo que dices cae en saco roto. Entonces es momento de irse.

No se pierde, se gana. Se gana en salud y eso lo es todo, se gana en autoestima, sabiendo que yo lo he intentado, que he puesto todo de mi parte y aun así no ha sido posible. A veces irse es darse la oportunidad de empezar en otra parte de nuevo, en otra relación de nuevo, en otro sitio de nuevo.

Empezar por decir YO para poder decir el resto.

Como decía el personaje de Samantha en Sexo en Nueva York: «Te quiero, pero yo me quiero más»

Deja un comentario

search previous next tag category expand menu location phone mail time cart zoom edit close