Yo sólo soy la hija

Seguimos un artículo más indagando en las Constelaciones Familiares y en cómo nos afectan algunos comportamientos en nuestras vidas.

A través de las consultas individuales me llegan casos parecidos y con el mismo trasfondo transgeneracional. Está claro que cada una tiene sus raíces y bebe de sus linajes pero también que los sistemas se parecen mucho unos a otros y los roles que nos ha tocado desempeñar a las mujeres dentro de ellos también.

Os contaba en el artículo dedicado a la jerarquía, que cuando alguien no está en su lugar dentro del sistema, este sufre un desequilibrio que hay que compensar.

En el caso que traigo hoy tomar el sitio de la madre, bien por triangulación con el padre o bien porque nos ha tocado desarrollar sus funciones, hace que aquella niña no pudiera ser niña, que le tocó ser adulta a marchas forzadas y desde la adulta de hoy sigue enganchada a algo que le dolió tanto: la ausencia de su madre, el que no estuviera presente, el que no la reconociera, el que la tratara como a una rival.

Se pueden dar todos estos casos en este movimiento. Mujeres que hacían la función de madre de sus hermanos por ser o bien la única mujer entre ellos o por ser la mayor. Mujeres que se aliaban con el padre contra la madre. Mujeres con madres ausentes por enfermedad o por circunstancias geográficas debidas sobre todo a la búsqueda de empleo.

Lo que tienen en común todas ellas es ese sentimiento de que la madre no ha estado para ellas. No han podido tomar de la madre y necesitan colocarse en su lugar para poder hacerlo.

A través de las Constelaciones Familiares existe esa posibilidad de poner en orden lo desordenado. En este caso puede funcionar una frase: Yo sólo soy la hija

Parece una frase sencilla, pero con ella hacemos un movimiento en el que nos colocamos en el sitio que debimos ocupar, permitiendo así que aquella niña dolida esté donde debe y tomando nuestra responsabilidad como adultas de abrazar aquel dolor y hacernos cargo de él en el presente.

Está claro que cuando no hemos podido ser niñas arrastramos un dolor que muchas veces se ve relegado por las circunstancias, permitirnos sentir ese dolor y hacer el duelo de la niña que no pudimos ser tal y como la soñamos nos da la paz de vernos como adultas sin necesidad de seguir reclamando algo que ya no nos va a llegar.

Por otra parte reconocer a nuestra madre en su lugar: Tú eres la grande y yo la pequeña, también nos coloca en el nuestro y así podemos tomar de ella y honrar su figura.

Es un primer movimiento que nos da impulso para seguir avanzando en nuestro proceso terapéutico, ya que, como he comentado en otras ocasiones, las Constelaciones Familiares no son en sí una terapia sino una herramienta terapéutica que nos acerca una realidad no vista en nuestro sistema.

¿Te sientes identificada con alguno de los movimientos?

Si es así y te apetece ahondar en ello podemos acompañarte en consulta individual o si lo prefieres, asistir a alguno de nuestros grupos cuando los convoquemos. Para ello sólo tienes que ponerte en contacto con nosotras a través del correo: morianoterapia@gmail.com

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