
La semana pasada abríamos nuestro taller de MaternARTE hablando de la figura de la madre.
Madres que durante toda su vida aprendieron a hacerlo todo de forma eficaz y eficiente, rayando en la perfección. Figuras que ejercieron de madres toda la vida y cuyo objetivo era trasladarnos a nosotras, sus hijas, todos aquellos mandatos de género que a su vez a ellas les trasladaron nuestras abuelas.
Está claro que esto es una generalización, cada madre es única en sí misma y aunque haya aprendido de forma inconsciente muchas cosas, intentará también dejar su propia marca en su maternidad.
Y esto es curioso, porque finalmente muchas de ellas, que juraron no repetir lo que hicieron sus madres, lo repiten y se sienten culpables por ello.
Una de las herramientas más poderosas que podemos ofrecer en nuestros talleres es la compasión y con ella la mirada compasiva hacia esa madre que hizo lo mejor que pudo, en las circunstancias en las que fue madre y con las herramientas que tenía a mano. Sin duda dio todo lo que tenía por su prole, y en ese TODO, está también el poder tener ciertos comportamientos que a los ojos de hoy no serían muy recomendables. No podemos presentizar y juzgar con nuestro contexto y formación a mujeres que apenas tenían estudios, que llegaron en ocasiones de medios rurales, que descendían de clases humildes.
Intentar hacerlo de otra forma está bien, de hecho es recomendable, sabiendo que vamos a cometer errores y aprendiendo de ellos. Y está claro que en ese camino de cambio nos vamos a ver volviendo una y otra vez a lo conocido…pero habrá un momento en que creemos una nueva fórmula que nos sea más satisfactoria y entonces podamos agradecer aquello que nos dejaron en herencia y mejorarlo con nuestro propio ingrediente, como si de una nueva comida se tratara.
Errar es humano, las mujeres somos humanas, ergo podemos errar. Está bien ser perfeccionistas en algunas áreas de nuestra vida y tender hacia la excelencia, pero también está bien fallar, saber que no podemos con todo, no compararnos con ninguna otra, sobre todo si esa otra es nuestra madre. Esto no es una carrera para ver quien lo hace mejor, esto es la vida y aprendemos y nos apoyamos las unas a las otras.
Así que la próxima vez que haciendo algo cometas un error, analiza si ese error te lleva a redescubrir otra forma para hacer las cosas, tu propia forma.
