
Dos series sistémicas muy interesantes por distintos motivos y en las que se ven muchas coincidencias aunque estén ambientadas en épocas muy distintas.
En La vida y Beth se ve la búsqueda incesante de encontrarse a una misma intentando por todos los medios dejar atrás un pasado que la ha marcado y la sigue arrastrando.
Por otra parte en Archie nos cuenta a modo de biopic la historia de Cary Grant (que se me ha caído como mito) y su último matrimonio, insertando en la narrativa su pasado y la relación que tuvo con sus padres.
En ambas series se aprecia como los afectos y apegos del sistema familiar influyen en los adultos y se reflejan en forma de carencias, buscando en sus parejas todo aquello que no tuvieron entonces.
El consumo de alcohol es uno de los protagonistas en ambas, pero sobre todo en La vida y Beth en la que la protagonista se pasa bebiendo y de resaca mucho tiempo, desperdiciando así su vida y sobre todo, intentando llenar con el alcohol un vacío que no llena con otras cosas. Estando ausente de sí misma no tiene que enfrentarse a la mierda de vida que tiene. En el caso de Cary Grant se ve el uso de LSD además del alcohol.
Ese maltrato sutil hacia una misma la marca y se ve reflejado en la conducta que tenía su madre y en la que ella se mira.
Otro tipo de maltrato, esta vez de género, se da en Archie, donde el protagonista se cree en el derecho de elegir por su mujer la vida que debe llevar esta (no me extraña que le dejaran varias veces). La manera elegante en la que él propone las cosas parece convencerla al principio, pero rápidamente se dará cuenta del engaño.
Dos series para pensar en nuestro genograma y en nuestros vínculos amorosos y revisarnos antes de emprender un proyecto en común con otra persona.
Muy recomendables.
