
Cada duelo es único porque cada persona es única y lleva el dolor a su manera, cada cual tiene su propio ritmo, expresa o no sus emociones, llora o no, se enfada o no, ríe o no…
Juzgar el duelo de otro es quizás la forma más dañina de falta de empatía. No sabemos lo que pasa en su cabeza, no sabemos qué está haciendo para no venirse abajo, no sabemos nada de nada…pero juzgar y criticar son gratis y la gente con lo gratis pierde la cabeza.
Dos libros diferentes y en el fondo muy parecidos. Pérdidas que llegan en la segunda etapa de la vida, cuando parece que los que se van a ir no se van y los que deberían quedarse desaparecen.
Dos formas diferentes e iguales de acometer un duelo, de enfrentarse al dolor de la pérdida, echar un pulso a la imaginación para no perder del todo la cordura.
Lo peor puede pasar y cada uno lo enfrenta como mejor puede.
El niño narra un episodio real sin entrar en juicios, a través del testimonio de una madre, poniendo sobre la mesa lo que pasó y cómo enfrentaron ese duelo.
La nieta del señor Linh puede ser cualquier guerra, de hecho no nombra países, puede ser en cualquier época, en cualquier circunstancia. Un hecho que también se acerca a la realidad de nuestro cotidiano.
Ambos son ejemplos de belleza narrativa, de ternura, de compasión y de empatía.
Los hemos incluido en nuestra bibliografía de crisis y duelos y trabajaremos también con ellos en fotogenograma para entender cómo afectan esas pérdidas al sistema.
Muy recomendables.
