¿Qué pasa cuando a lo largo de generaciones las mujeres de una misma familia han sido víctimas de abusos y claman venganza?
Entre otras cosas, que arrastran un odio sistémico que pasa de unas a otras y las corroe por dentro. Esta es una de las lecturas que podemos hacer de Carcoma, la novela de Layla Martínez que es toda una joya sistémica y que después de leerla me hace preguntarme cómo es posible que la definan como una novela de terror.
Si el terror es entender cómo a lo largo de la historia familiar esas mujeres han sido maltratadas, humilladas, abusadas y nadie ha hecho nada para impedirlo, sí, estoy de acuerdo, es terrorífica. Es un terror que conocemos bien porque su sombra se alarga hasta nuestros días. La autora trata ese terror de manera magistral en forma de oscuridad, fantasmas y sombras. Escarbando un poco podemos entender que es la forma que encuentra la venganza de hacerse hueco, de estar presente, de hacer que a las siguientes no se les olvide lo que pasaron las anteriores.
El odio, como emoción sistémica abarca toda la novela y se deja en herencia de unas a otras.
En esta casa no se hereda dinero ni anillos de oro ni sábanas bordadas con las iniciales, aquí lo que nos dejan los muertos son las camas y el resentimiento
Ese odio que hace que se sientan identificadas- pertenencia- y a la vez quieran salir de allí sin saber muy bien cómo hacerlo. Un odio que se echan en cara, que no las deja verse, que envuelve todo.
(…) Todas lo llevamos dentro desde que nacemos, se nos agarra como mala hierba y ya no nos suelta.
Un odio que tapa muchos desórdenes sistémicos que van apareciendo a lo largo de toda la novela y que duelen como puñetazos en el estómago. Un odio que aparece en la mirada de los otros. Un odio que se acompaña de envidia, de soberbia, de asco, de desprecio.
Mi bisabuela murió porque se la comió enterita el odio, igual que a su marido. (…) El resto de la familia también ha muerto de odio pero no del suyo, del de los otros. (…) han muerto todos en esta familia, de odios suyos o de los demás, pero siempre de odios.
En esta familia nos hemos escupido el odio unas a otras hasta que nos ha comido por dentro
Una novela que cuenta la historia real de una familia en la que se aprecian desórdenes sistémicos que ya hemos mencionado en otros artículos como el no tomar a los padres y que hacen que esa emoción sea aún más fuerte para las protagonistas.
Y algo que fundamenta todo lo anterior es la historia de la casa en la que transcurre la historia. Una casa familiar muy peculiar que, construida con el dolor de otras mujeres, se convierte en la auténtica vengadora de esa familia. Una casa que se come el dolor y a quienes lo causan, que escucha, que advierte, que tiene vida propia.

Y además de Carcoma, otra novela estupenda para analizar el odio y la venganza, esta vez a través de una superviviente de la guerra de Los Balcanes que cuenta el episodio que sucedió en su pueblo, donde más de cincuenta mil mujeres fueron secuestradas y obligadas a tener sexo con los invasores, que matando por el camino a hombres y niños, pretendieron que ellas dieran a luz a sus bastardos para acabar de humillarlas y someterlas.
La novela es una auténtica reflexión sobre aquellas criaturas que siendo inocentes pagaron por lo que aquellos hombres habían hecho con sus madres.
Es una historia a dos bandas sobre la vida de una de aquellas mujeres y una de aquellas niñas.
¿Cómo se gestiona ese odio?
Al igual que exponía con la novela anterior es un odio que finalmente pasa de unas a otras. Unas porque lo vivieron, otras porque lo ocultaron mirando hacia otro lado. Las consecuencias son seres inocentes que sin culpa ninguna cargan con lastres sistémicos que no son suyos.
Aquí es imprescindible elaborar bien varios duelos para que aquello que pasó pueda ser perdonado por la propia persona hacia ella misma. Por mucho perdón que pidieran- si lo hicieran algún día- los agresores, hay episodios que no pueden ser perdonados.
Vidas destrozadas por el placer de hacerlo y consecuencias que tienen cuentas pendientes en el ahora y serán arrastradas en el futuro.
Muy recomendables las dos.
