Todo sobre mi padre

Entramos en Noviembre trabajando en el taller de Relaciones Sistémicas con la figura del padre.

Hemos buceado en su historia para conocerlo como hombre, para entender en qué contexto creció, los mandatos que tuvo que asumir por ser hombre, las creencias que forjó en su vida, los sueños cumplidos y los que dejó por cumplir, su vida y todo lo que hizo en ella.

De esta forma podemos mirarlo desde otra posición y no sólo desde la posición de hija. Utilizamos la mirada compasiva para entender que todo lo que hizo lo hizo desde donde podía y con las herramientas de que disponía en ese momento.

Una de las sesiones más bonitas es en la que revisamos las heridas pendientes con el padre y las alumnas se quedan atónitas cuando ven que a ellos tienen mucho menos que tenerles en cuenta que a ellas, las madres.

¿Cuántos de nuestros padres han estado tantas horas como nuestras madres con nosotras?

¿Qué sientes cuando te dicen que eres igualita que tu padre?

El hecho de ejercer roles de proveedores les hace estar en la productividad y no en los cuidados. La mayoría han crecido en hogares en los que se les obligaba a trabajar desde niños, donde no tuvieron la oportunidad de estudiar y todo lo que han hecho en la vida es eso: trabajar, trabajar y trabajar.

No quiere decir que fueran padres ausentes, estar estaban, pero trabajando. Si revisas tu vida verás que la mayoría de las veces era tu madre quien te cuidaba y tu padre quien ejercía la figura de autoridad -ya verás cuando venga tu padre- y por tanto no lo veías tanto. Seguro que en esa vida que te ha traído hasta aquí no te ha faltado de nada (por lo general) y mucho de lo que has tenido ha sido porque alguien trabajaba para ganar ese dinero: tu padre.

¿Cómo era tu padre contigo? ¿Qué necesitaba esa niña-adolescente de su padre?

Seguir esperando a que nuestro padre nos lo dé es abocarnos al fracaso. No va a pasar. Ahora de todo aquello que nos faltó nos hacemos cargo nosotras.

Aceptar esto es Tomar al padre es por tanto dejar caer las expectativas del padre que esperábamos y dejar también caer las expectativas que él tenía hacia nosotras. Es liberarnos aceptando el Sí a todo como fue y Sí a todo como es.

Seguir enganchadas a la idea de un padre ideal o con un padre ideal en el corazón es llevar eso arrastras a la pareja, y cuando buscamos un padre en nuestra pareja, ya sea por carencias o por similitud la cosa no va a funcionar: nuestra pareja no es nuestro padre.

De esto hablaremos más adelante cuando terminemos el taller en curso y hagamos la reflexión sobre cómo llegamos a la pareja y qué esperamos dentro y fuera de ella.

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