Maternidad asfixiante

¿Cuál es el límite de nuestras expectativas con respecto a nuestras criaturas?

¿En la maternidad vale todo?

¿Están nuestros sueños por encima de sus vidas?

Estas podrían ser perfectamente algunas de las preguntas a hacernos después de ver La virgen Roja.

Basada en la historia de Aurora Rodríguez Carballeira, narra cómo una madre sueña con tener una hija que cambie el mundo, y se pone manos a la obra.

Una mujer que pudo estudiar, que pudo elegir cómo quería vivir su vida, que puso en marcha su sabiduría para impulsar a su sobrino y que utilizó ese ensayo general para convertirse en madre y moldear desde cero a su propia hija.

La propuesta no estaría mal a priori porque, ¿Qué madre no quiere lo mejor para sus criaturas?, pero cuando pone por encima de todo sus deseos y expectativas, convierte a su hija en un simple producto de su exigencia.

Hildegart se convierte así en una niña prodigio que habla con ocho meses, lee desde los tres, baila, habla varios idiomas y escribe libros como churros. Libros que escribe desde la pura teoría ya que no tiene experiencia alguna porque su madre se encarga de mantenerla alejada de la vida, sólo le importa que ella llegue lejos y pueda cambiar el mundo, pero tal y como ella lo sueña.

Y claro, cuéntale al Universo tus planes y verás cómo se ríe. No cuenta la adusta madre con que Hildegart va a desarrollar sus propias ideas, va a enamorarse y como buena adolescente va a hacerle cara y a retarla.

El final, es el que fue: la madre asesinó a su hija por no cumplir su sueño.

A partir de aquí surge el análisis de la mirada sistémica y de cómo esa niña no tiene ningún referente masculino que equilibre su vida, de esta forma el conocimiento de los hombres lo hace a través de la lectura. ¿Cómo va así a tomar al padre? Surge también el machismo más recalcitrante en la figura de su madre, que ondea la bandera feminista pero no para su hija, su hija es suya y si no es suya no es de nadie (¿te suena de algo?) y por eso la mata, tal y como cientos de hombres asesinan cada día a sus pareja o a mujeres que los rechazan de alguna forma.

El paralelismo con una relación de maltrato es evidente en toda la película. NO puedes declararte liberal y feminista y después encerrar a tu hija de por vida para que no se exponga a lo que hay fuera, tratándola como a un objeto de tu propiedad, porque no lo es.

Está claro que la maternidad exige una responsabilidad, que hacemos lo mejor que podemos en cada momento con las herramientas de que disponemos, pero ello no significa de ninguna manera que nos apropiemos de la vida y sueños de nuestras criaturas porque son ellas, y nada más que ellas, las que deben decidir qué hacer con esas vidas que les hemos dado. Nuestro camino es ofrecerles valores, herramientas, recursos y orientación, pero la decisión siempre es de ellas.

En conjunto es una buena película que narra además circunstancias políticas muy concretas, que vistas en perspectiva, no han cambiado tanto…Mucho hablar de los derechos de las mujeres, pero sin mujeres.

Muy recomendable.

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