Coherencia

¿Eres coherente en tu vida?

Dice el diccionario que coherencia es lo mismo que consecuencia y eso me hace reflexionar sobre esa máxima que dice que hay que alinear lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Las consecuencias de no hacerlo nos lleva por tanto a la incoherencia.

Para mí la coherencia es llevar a mi vida esa premisa e intentar estar alineada con lo que me rodea desde el buentrato. Cuando me salto lo imprescindible, mi cuerpo se queja, somatizo, me encuentro descentrada y sólo tengo que volver sobre mis pasos para entender dónde ha fallado algo en mi vida.

No digo con esto que sea perfecto, es como yo lo entiendo.

Cuando hablamos de buentrato hacia nosotras mismas tiene que haber coherencia en esas tres partes. Pongo por ejemplo algo cotidiano: el maltrato

Hemos hablado de la serie Querer que está dando mucho de que hablar y cuyo trasfondo nos deja ver la incoherencia de muchos de los personajes que salen en la serie, y eso es lo interesante, que nos revuelva el estómago y ver qué haríamos en su lugar.

¿Qué harías tú si te enteraras que tu padre/hermano/tío/pareja/cuñado/mejor amigo/hijo maltratara a alguien de cualquier manera? Es más, ¿Qué estás haciendo en este momento frente a cualquier maltrato?

Si contestas con sinceridad veras que en muchos casos miras hacia otro lado, no haces nada y eso es a lo que me refiero con incoherencia. En muchos casos separamos los actos de la persona para beneficiarnos, para no enfrentarnos, para evitar males mayores, pero si no nos posicionamos ante el maltrato, ya nos estamos posicionando a favor del maltratador.

Acabamos de ver la sentencia en Francia a Giselle, esa valiente mujer que nos ha dejado una de las mejores frases para el resto de nuestros días:

La vergüenza debe cambiar de bando

Sin embargo hemos visto en ese mismo caso como algunas de las parejas de los violadores seguían defendiéndoles porque eran buenos hombres y buenos padres. Como también dijo ella: mi marido también era un buen hombre. Eso no evitó que la prostituyera sin su consentimiento y sin su voluntad, ya que la drogaba para ello.

La coherencia como mujeres y como feministas también es no mirar a otro lado, es plantar cara ante tanto abuso de poder, es denunciar a quienes lo hacen, apoyar a quienes los denuncian y posicionarnos siempre en contra de ese maltrato y eso supone alejarse de la fuente de ese maltrato, supone abandonar espacios compartidos, supone dejar de ver espectáculos, supone dejar de escuchar música, supone dejar de apoyar que sigan campando a sus anchas.

Si sólo miramos nuestros ombligos aquí no cambia nada, si no lo hacemos público no existe, si callamos, siguen ganando ellos.

Y aquí abro otro melón con esos aliados que poniéndose de nuestro lado lo único que hacen es aprovecharse de la vulnerabilidad de algunas, medir cuáles son sus puntos débiles y atacar como lobos vestidos de corderos. Nos quitan la voz para hablar en nuestro nombre, definen nuestras dificultades, escriben sobre lo que nos pasa a las mujeres sin entender que su lugar es estar sosteniendo detrás, posicionándose de nuestro lado y dejando que seamos nosotras quienes nos defendamos y exijamos lo que es nuestro y nos toca por derecho. Si quieres un ejemplo ve a la próxima manifestación del 8M y mira cuántos de ellos sostienen en cabecera las pancartas como si les fuera la vida en ello.

Esos aliados que cuando les llamas la atención y muestras realmente cómo son, rápidamente se giran y atacan donde duele, aprovechando lo que saben de nosotras, escudándose en que no pueden hacer nada, no mojándose cuando pueden hacerlo y permitiendo que su privilegio siga adelante, tal y como vienen haciendo desde siempre. No se enteran que haciendo un curso sobre género no se aprende nada, se aprende poniéndolo en práctica.

Como ejemplo voy a contarte algo. Hace unos años tuve un percance en una clase. Fui sobeteada por un señor que decidió que él iba allí para experimentar y yo era su campo de aprendizaje. Yo había avisado sobre mi dificultad ante la interacción con hombres por algún abuso anterior y ante una consigna clara, se saltó lo dicho y me tocó el pecho. No era la primera vez que un compañero se extralimitaba y que yo me quedaba quieta. Esto forma parte de nuestra educación emocional y afectiva, pero sobre todo tiene que ver también con traumas del pasado. Cuando terminamos lo comenté con mi pareja y le hice saber cómo me había sentido acordando denunciarlo en la siguiente clase. La reacción del facilitador fue de lo más fría, me dijo que hablara con esa persona y lo arreglara en privado. Mi decisión fue otra: lo expuse públicamente y para mi sorpresa hubo otras seis mujeres que habían pasado por lo mismo, ellas no lo hicieron público, me lo dijeron en el vestuario.

¿Qué nos hace callarnos? ¿Por qué cuando escuchamos denuncias similares seguimos sin creer en ellas? ¿Qué discurso patriarcal hemos comprado? ¿A qué tenemos miedo?

Si fuéramos coherentes, saldríamos corriendo de esos espacios en que nos tratan mal, alejándonos de quienes los habitan y evitando a quienes los defienden. Si fuéramos coherentes revisaríamos nuestras vidas y lo que nos rodea para expulsar de ellas todo aquello que no sirve, que daña. Pero claro…hacerlo nos dejaría aisladas, nos dejaría fuera del grupo y ya hemos visto que el orden de pertenencia es algo ancestral. Necesitamos pertenecer, sabernos protegidas y eso pasa por mirar a otro lado…

Ahora tenemos el caso de la red social X en la que todo el mundo vierte sus basuras y que además, ha quedado probado que maneja a su antojo ese señoro cuyo nombre me ahorro. El quedarse sólo porque hay que estar en todas las redes es un caso flagrante de incoherencia. Dar dinero y engordar a quienes desde esta red social nos insulta, nos denigra y nos amenaza no es bueno…

Esta la tengo abandonada desde que era Twitter, ahora la pelota está en otro tejado: dejar Instagram y Facebook (este también lo tengo abandonado) que se están convirtiendo en otro nido de desigualdad, vejación, amenazas y otras lindezas. ¿Pero cómo me entero de lo que pasa si no estoy allí? La alternativa es crear nuevas redes que prosperen desde el buentrato. Para ello, nosotras tenemos un canal de Whatsapp en el que te damos la bienvenida, además de esta web. Permaneceremos en Instagram hasta mudar todos los contenidos, y luego hasta más ver.

https://whatsapp.com/channel/0029Va7zDEFCMY0IcgQ3Ii2a

El contexto en el que suceden los abusos y en el que se requiere de coherencia es muchas veces el lugar en el que trabajamos, la familia en la que hemos nacido, el grupo de amigas que me acompaña desde siempre, es mi propia pareja…y ¿Cómo soy coherente y me quedo sola? ¿Qué consecuencias tiene entonces esa coherencia?

De esta forma, la coherencia se vuelve incoherencia, la vestimos de necesidad de pertenencia y nos quedamos tan anchas escudándonos en que eso no va con nosotras, que no estamos aquí para juzgar, que una cosa es la persona y otra sus acciones…y te lo puedes vender como quieras, pero si te pones ante el espejo, este te dirá que no eres la persona más bonita del reino, sino la más mediocre.

Digamos para terminar que la coherencia traería paz y bienestar a nuestras vidas mientras la incoherencia nos hace sobrevivir en un entorno hostil.

Ahora tú eliges: Vivir o Sobrevivir

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