
Todo tiene un principio y todo tiene un final. Alejandro Palomas pone fin a su tetralogía y lo hace pendiente de la muerte y continuando en la vida.
La saga comienza con Una madre, donde nos presenta a Amalia, la protagonista principal en torno a la que gira la historia familiar. Una mujer que tras divorciarse de su marido a los 65 años empieza a vivir por fin la vida que merece. Amalia es todo un personaje en sí misma, reinterpretando el mundo desde su propia visión, una visión parcial ya que apenas ve debido a su fotofobia producida a su vez por su albinismo. Aquí ya tenemos el primer clic de la historia, que nos lleva a imaginar cómo habrá sido su vida con esta cualidad y cómo la ha afectado a ella y a su sistema familiar.
Una madre que pasa por despistada, que se hace la loca para evitar los juicios de su parentela y que de espaldas a ellos se la pasa conspirando con sus amigas para rescatar personas, animales, negocios y lo que haga falta. Una madre que se da cuenta de todo lo que pasa aunque no diga nada, que sufre en silencio, que trata de pasar desapercibida, pero no lo logra. Una madre que ama las flores, los animales y a todo ser desvalido.
La familia se completa con lxs hijxs: Silvia es la hija mayor, Emma la mediana y Fer el pequeño. Los tres, sistémicamente hablando, tienen problemas con todas sus relaciones afectivas y a lo largo de las novelas vamos entendiendo el por qué: No tomar al padre, además de un patrón de abandono que hace que los tres boicoteen sus relaciones para alimentarlo. También les acompaña la abuela Ester, que es un compendio de sabiduría, el tío Eduardo y la tía Inés.
Max, Rulfo, Rosi y Shirley son la parte más animal de la serie y tienen mucha importancia en la historia y en la parte más afectiva de los protagonistas.
La saga sigue con Un perro donde nos encontramos con un silencio pesado que no presagia nada bueno, mentiras y medias verdades sostenidas por Fer y una Amalia que vuelve a resultar más espabilada de lo que nos hacen creer, pero que empieza a dar signos de pérdida de memoria y motivación. También vamos a asomarnos al trauma de abandono, al acoso escolar y social y a lo importante que es cerrar duelos.
En Un amor se nos desvela esa parte de la historia matrimonial de Amalia que íbamos intuyendo. Alguien que apenas se ha sentido validada en su entorno social, no así en su casa, al final acaba con alguien que la mira, aunque no sea de la mejor manera. Se ve la parte más oscura de la ruptura y de cómo afecta a la familia.
Lo que más miedo me da es no saber vivir sin tener que pedir permiso a nadie
Aquí va jugando con una celebración importante y con una pérdida no menos importante. Un sutil equilibrio que acabará por desconcertar a quienes se creían más listos.
¿Por qué será que esta familia no nos decimos las cosas que importan?
En todas las familias hay secretos, cosas que se callan para no molestar, para no ofender, para seguir manteniendo la paz y en esta no son menos. Todos guardan algo y ese algo acaba afectando a sus relaciones; relaciones que se expanden y encojen dependiendo del momento. Así es cómo han aprendido a quererse y así es cómo lo hacen.
Toda la saga está regadas de personajes secundarios tan importantes en cada historia como los principales. Personajes que los acompañan, que les ponen la vida delante como en un espejo y que les hacen ver lo que se niegan a ver de otra forma. Y de mensajes subliminales que suelen acertar en todo.
Mucha vida compartida, mucha complicidad, mucho amor y mucho cuidado hasta el final.
No se puede vivir evitando la vida, Leonard
Con esta frase de Las horas, que tiene una relevancia especial en toda la saga, llegamos a Una vida. Aquí acaba el viaje de Amalia con un final en el que los principales protagonistas son el cuidado y el acompañamiento respetuoso. En contraste con el resto de historias, esta transcurre en un mayor lapso de tiempo y así podemos ir siguiendo todo el proceso de duelo: negación, negociación, ira, tristeza y aceptación. Es un recorrido precioso, lleno de dulzura y amor.
Es una trilogía redonda por donde se mire que además tiene una particularidad, comienza una Nochevieja y termina en otra y los dos libros centrales suceden un día 21.
Ahora esperamos la precuela, porque esa abuela Ester se merece todo un libro para ella sola.
Te invito a hacer una lectura desde el genograma y sacar conclusiones que puedes compartir aquí si te apetece.

