¡A regar se ha dicho!

Estamos llenxs de virtudes y defectos, eso no se puede negar. Ni hay nadie perfectx ni nadie tan imperfectx como para no tener un resquicio de algo bueno.
Siempre tratamos de borrar todo aquello que nos afea, tratamos de enterrarlo entre capas de maquillaje, entre capas de ropa, entre capas de títulos, entre capas de dinero…
Sin embargo no hacemos mucho por regar lo bueno que hay en nosotrxs, por abonarlo, por ir amarrando su crecimiento a un tutor para que crezca sano, recto y fuerte. Esa tierra la dejamos en barbecho.
La solución no está ni en una cosa ni en la otra…está justo en el término medio…y para eso está la regadera, que puede ser virtual como esta o física, como la que yo llevo en el llavero, y que me recuerda que de vez en cuando necesito regar mi paciencia, cuando esta me falta, regar mi amor, para que crezca cada día, mi creatividad, para que siga dando frutos, mi perseverancia, para no venirme abajo y seguir tras mis sueños…
Día a día lleno mi regadera y en un ritual de psicomagia me echo el contenido por la cabeza.
Mis compañeras de máster saben mucho de esto…cada una de ellas tiene una y con ellas nos dejamos crecer, nos permitimos abonar nuestros puntos débiles y también los fuertes, cada día nos hacemos mejores ante nuestros ojos y ante los de lxs demás.
Ya no tienes excusas, ahora sabes cómo regarte cada día y espero que lo hagas, deja caer sobre ti todo lo que metas en ella y que te ayude a superarte cada día. Da resultado…lo sé de buena tinta