Cuando estrenaron la serie de The Handmaid’s Tale o El cuento de la criada algo me dijo que no era mi momento de verla. Cada cosa tiene su momento y cuando leí el argumento supe que me iba a dar una buena patada en el hígado.
Hace un mes, decidí verla y estas son mis reflexiones…
Sin destripar nada, ni la serie, ni el libro, que leí nada más acabarla, el resumen que hacen del contenido, es suficiente para echarte a llorar: unos políticos teocráticos que amparándose en la coartada del terrorismo toma el poder y como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres…
Ya con eso me entró mala leche…y no me equivocaba, pero desde luego, la recomiendo como una de las mejores series que he visto últimamente y el libro que es fantástico y recoge muchas más cosas que complementan lo visual.
Lo que más me ha llamado la atención como observadora de género es lo rápidamente que las mujeres asumen su nuevo papel para poder sobrevivir en el nuevo contexto que han creado para ellas, hasta el punto que se identifican con quienes las oprimen como si realmente las culpables de todo hubieran sido ellas…
Da miedo ver cómo la protagonista llega a reflexionar sobre los tiempos pasado de esta forma:
En aquel entonces las mujeres no estaban protegidas.
Recuerdo las reglas, reglas que no estaban escritas pero que cualquier mujer conocía: No abras la puerta a un extraño (…) No te pares en la carretera a ayudar a un motorista (…) Si alguien silba, no te vuelvas a mirar. No entres sola de noche en una lavandería automática. (…) En los tiempos de la anarquía, se os concedían ciertas libertades. Ahora se os concede vivir libres de según qué cosas. No lo menospreciéis.
(…)Menudo espectáculo solían dar las mujeres. Se untaban de aceite como si fueran un trozo de carne en el asador, e iban por la calle enseñando la espalda y los hombros, y las piernas (…) no me extraña que ocurrieran esas cosas.
Ya sé que es ficción pero…acaso no cargamos con la culpabilidad, impuesta por este patriarcado que nos marca, de que ante cualquier agresión, la provocación ha sido nuestra?
¿Acaso no nos estamos acostumbrando a que lo normal es que acusen a las víctimas?
(…) Janine, cuenta que a los catorce años fue violada por una pandilla y tuvo un aborto (…) Pero , de quién fue la culpa? (…) La culpa es suya, suya, suya, cantamos al unísono (…) ¿Por qué Dios permitió que ocurriera semejante atrocidad? Para darle una lección.
Normalizar es lo que llevamos haciendo desde hace siglos, tomar algo como ejemplo y agarrar por banda la frasecita: esto es lo normal, siempre se ha hecho así…como si el hacer algo siempre de la misma forma fuera lo correcto. El normalizar nos lleva a no pensar, a no preguntarnos si hay otra opción, en fin, nos lleva a ser borregxs.
(…)Lo normal, es aquello a lo que te acostumbras. Tal vez ahora no os parezca normal, pero al cabo de un tiempo os acostumbraréis. Y se convertirá en algo normal.
Vivíamos como era normal, haciendo caso omiso de todo. Hacer caso omiso, no es lo mismo que ignorar, hay que esforzarse en ello. (…)en los periódicos aparecían noticias: cadáveres en las zanjas o en el bosque, mujeres asesinadas a palos o mutiladas, mancilladas (…) pero eran noticias sobre otras mujeres y los hombres que hacían semejantes cosas, eran otros hombres. Nosotras no conocíamos a ninguno de ellos (…)Éramos las personas que no salían en los periódicos. Vivíamos en los espacios en blanco, en los márgenes de cada número. Esto nos daba más libertad. Vivíamos entre las líneas de las noticias.
(…) será más sencillo para las que vengan después de vosotras. Ellas aceptarán sus obligaciones de buena gana (…) porque no habrán conocido otro modo de vida.
Y dentro de esa normalización, no nos preguntamos quién acuña ciertos términos, quién da significado a qué en nuestro lenguaje, y perdemos de vista que casi todo lo que conocemos está definido por los hombres…ellos deciden lo que es.
(…) Ha pronunciado la palabra prohibida: estéril. Ya no existe nada semejante a un hombre estéril, al menos oficialmente. Sólo hay mujeres fértiles y mujeres estériles, eso dice la ley.
Ellos han decidido durante siglos que nuestro papel era el de ser madres abnegadas, esposas sumisas y cuidadoras entregadas, y en cuanto hemos tomado las riendas de nuestras vidas, ven en peligro sus privilegios.
(…)Todos los meses espero la sangre con temor, porque si aparece representa un fracaso. Otra vez he fracasado en el intento de satisfacer las expectativas de los demás, que han acabado por convertirse en las mías.
Así, que los hay obsesionados con que volvamos a esa función del no sentir, no pensar, no opinar…y eso en la serie se ve estupendamente: mujeres de vestimenta uniforme, sin maquillar, mismos peinados, sumisas, obedientes…
(…) La excitación y el orgasmo no se consideran necesarios (…) Parece mentira que antes las mujeres perdieran tanto tiempo y energías leyendo sobre este tipo de cosas, pensando en ellas, preocupándose de ellas, escribiendo sobre ellas.
(…) estábamos perdiendo el gusto por la libertad, nos parecía que estas paredes eran seguras (…)
(…)Dejad que la mujer aprenda en silencio, con un sometimiento total (…) No tolero que una mujer enseñe, ni que usurpe la autoridad del hombre, sólo que guarde silencio (…)
Pero no todo el mal está en ellos, tienen ayuda, como la que hay en estos tiempos: mujeres que se levantan contra otras mujeres, lo que llamamos la policía del patriarcado.
(…)el modo más eficaz de controlar a las mujeres en la reproducción y otros aspectos era mediante las mujeres mismas (…) el control mediante miembros de su mismo grupo.
Resumiendo, que Margaret Atwood allá por 1984 tuvo una visión ficticia pero no tanto de lo que algunxs anhelan para este mundo, y eso da miedo, mucho miedo. No os perdáis la serie porque visualmente es increíble: colores, luces, corporalidad…todo pensado para identificarte con la protagonista y gritar de rabia hasta quedarte sin voz.