Se necesita tristeza para conocer la alegría,
ruido para apreciar el silencio y
ausencia para valorar la presencia.
La dualidad juega a nuestro favor. El equilibrio nos hace responsables de nuestra vida, nos hace conscientes.
Apreciar las pequeñas cosas que nos ofrece la vida, disfrutarlas e incluso echarlas de menos cuando no las tenemos es lo que nos hace humanxs.
Estamos tan acostumbradxs a seguir un guion concreto en nuestro día a día que perdemos de vista las pinceladas que nos dan color.
Seamos espontánexs, cantemos, bailemos, gritemos, no nos dejemos nada por hacer, porque lo que no hagamos hoy lo mismo no lo llegamos a hacer mañana…
Tampoco hace falta volverse locx…simplemente haciendo algo distinto cada día ya estamos improvisando un nuevo camino.
Bajarse una parada antes del autobús o metro y caminar hasta casa mirando lo que tenemos alrededor.
Probar nuevos sabores, nuevas texturas.
Aventurarse en nuevos territorios…
En fin, equilibrar nuestro día a día, con lo conocido y con lo nuevo, porque no pasa nada por atreverse a ser diferente…y si pasa, se le saluda.