Cambiar la manera que tenemos de tratar a las demás personas, empieza por cambiar la manera que tengo de tratarme a mí misma.
¿De qué alimento mi alma? ¿De qué alimento mi corazón? ¿De qué me alimento?
¿Parece sencillo verdad? Pues no lo es…pero vamos por orden.
Todo lo que entra por nuestros ojos y oídos va conformando nuestra forma de pensar, de actuar y de relacionarnos, también todo aquello que percibimos de forma inconsciente, como los gestos, los olores, los sabores…con todo ello y con toda la información que nos va dejando vamos con nuestra mochila por el mundo. Eso se resume en que damos por hecho verdades y realidades que sólo lo son porque así lo creemos, porque así las hemos configurado, pero todo puede tener varias lecturas.
Pongamos por caso que veo algo en la televisión…mucha gente da por hecho que eso es verdad porque lo dice tal o cual persona, sin pararse a pensar si realmente es cierto o no, sin pararse a comparar con otros medios la veracidad de lo que allí se cuenta y ahí viene lo peligroso. Si damos por cierto todo lo que nos cuentan sin poner en marcha nuestra máquina de pensar somos vulnerables, manipulables y nos convertimos en rebaño.
La muestra más inocente, o no, del asunto son las cadenas que una y otra vez la gente comparte a través del teléfono o redes sociales. Pocas personas se paran a ver si lo que dicen es cierto…simplemente comparten y aquello sigue rodando, pero rodando ¿hacia adónde? ¿A quién le interesa que rueden ciertos bulos? ¿por qué esa inquina de poner siempre a la gente en dos bandos? ¿no será que para algunos elementos es mejor el divide y vencerás?
Otro de los males endémicos de esta sociedad es el chismorreo, las conversaciones a espaldas de las demás personas, conversaciones, que como en aquel juego infantil del teléfono escacharrado, van perdiendo su esencia de unas a otras y cuando llevan circulando cierto tiempo ya no son ni siquiera la sombra de la idea original. De aquí saco la siguiente pregunta ¿Tanto nos cuesta enfrentarnos a la gente cara a cara? y no me refiero a un enfrentamiento agresivo, me refiero a un enfrentamiento verbal lleno de argumentos, en el que cada parte exponga lo que necesite y se llegue a un acuerdo. Un acuerdo en el que ambas personas salgan ganando. Aquí hay que distinguir entre sinceridad y sincericidio. Una cosa es tener la sinceridad y la honestidad de enfrentarse a una situación que es desagradable o que supone un atisbo de maltrato hacia nosotras y otra es ir por el mundo diciendo lo que nos viene a la boca sin pasarlo por el filtro de la racionalidad.
El segundo caso, el alimento del corazón es igual de importante. Saquemos todo ese odio acumulado por cosas que ya ni nos importan, aprendamos a perdonar, a mirar todo desde la compasión y a AMAR simplemente. El mundo está lleno de cosas maravillosas, de gente maravillosa y normalmente nuestro foco está puesto en todo lo contrario, en ir viendo lo que nos molesta, la gente que nos perjudica o nos trata mal. Cambiemos esa mirada y el mundo se volverá más amable. Miremos con los ojos del corazón y veamos en cada persona alguien a quien amar. Ya sé que muchas veces lo que tenemos delante no hay por dónde cogerlo, pero la mirada compasiva nos sirve precisamente para entender, no justificar, que cada cual hace lo que puede en cada momento y no podemos ir juzgando a quienes tenemos delante porque de la misma forma nos juzgarán a nosotras.
Y para terminar y no por ello menos importante el alimento que nos nutre. Aquí cada cual puede elegir: omnívoro, vegetariano, vegano, crudívoro… cada filosofía es respetable y con ello quiero decir que no tratemos de convencer a las demás personas de que nuestra verdad es la que vale. Tratemos eso sí de consumir alimentos de proximidad que son los que benefician directamente a nuestra comunidad y que son más saludables que los que están en cámaras durante meses esperando a ser consumidos. Ahora tenemos a mano comunidades de consumo muy interesantes y por supuesto el mercado o plaza de toda la vida, o pequeñas cooperativas familiares que sirven a domicilio. Todo es ponerse a buscar…
Dicho lo cual, teniendo el alma libre, el corazón lleno de amor y la panza llena de buenos alimentos el futuro es mucho más agradable de esperar, sin perder de vista que lo que vale es el presente.
Ilustración: P.nitas
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