Aprendiendo

Aprendiendo a mirarme

Aprendiendo a respetarme

Aprendiendo a escucharme

Aprendiendo a amarme

Todo tal como soy, sin querer mover un lunar o una peca, aceptando que el tiempo pasa, que las carnes no son tersas y firmes, que mis sofocos me traen de vuelta al verano en pleno invierno, que ya no salto un charco sin resentirme, que mi elasticidad pasó a mejor vida, que mi oído ya no es tan fino ni mi vista tan aguda, que mi pelo rubio ahora es veteado y alguna que otra cana se infiltra a lo largo y ancho de mi cuerpo, pero aprendiendo también de lo que me ofrece la vida a cada paso.

El otro día leía en un artículo que unos cuantos jueces tenían que aprender por obligación en cuestión de género para ponerse al día y reflexioné sobre lo que he aprendido en mi vida y de qué forma lo he hecho, y llegué a la conclusión de que nunca he aprendido por obligación, puede que haya memorizado o repetido algo hasta la saciedad pero eso para mí no es aprendizaje.

El aprendizaje consiste en revisar lo que no te gusta en tus actos, en tus palabras, en tus gestos, en tus sentimientos y darle una vuelta, colocarlo en otro sitio, abrazarlo y negociar con la parte menos amable para que se vuelva más amable. Aprender es disfrutar de lo que estás haciendo, poniendo el corazón en ello y aprender es ponerte en los zapatos de la otra persona y colgarte su mochila.

Ahora estoy aprendiendo a conectar con mi parte más compasiva y estoy flipando con la experiencia. Estoy haciendo un curso (CCT) en el entrenamiento para el cultivo de la compasión que imparte el Instituto de  investigación y formación en ciencias cognitivas Nirakara y me estoy dando cuenta de cómo aprende la mente cuando la entrenas para ello, pero también de cómo enfocarla para aprender más sobre mí, sobre lo que me mueve, sobre lo que pienso…muy recomendable.

En ese aprender sobre la compasión me he visto en una de las prácticas con la capa de puedo con todo y me he dado cuenta de que así no aprendo nada, que de vez en cuando necesito pedir ayuda y que eso no me hace ni peor persona, ni menos válida ni más vulnerable. He abrazado amorosamente y desde la compasión a esa parte y he visto cómo se calmaba y la sensación ha sido tan plena que me he quedado en estado de éxtasis durante un rato.

Lo mejor de todo este aprendizaje es poder exportarlo a todas las personas que me acompañan tanto en mi vida privada como en mi vida profesional.

Un lujo poder intercambiar y aprender cada día con ellas y de ellas.

Gracias ❤

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