
Hoy es el Día Mundial de la Salud Mental, y yo no puedo más que preguntarme si alguien en este planeta está libre de tener alguna «cosilla» que pudiera estar diagnosticada en el DSM (Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales), esa monstruosidad que dice, sin tener en cuenta otras muchas cosas, lo que somos o no somos con referencia a lo que unos señores apuntan como enfermedad mental, enfermedades y trastornos que meten y sacan a su antojo.
El lema de este año es #conectaconlavida como parte de la visibilidad que se le quiere dar al suicidio. Hace exactamente un mes, el 10 de Septiembre, tenía lugar el Día Internacional para la prevención del suicidio, y ya entonces había muchas voces diciendo que mientras esta sociedad no mire donde debe mirar, esto no cambiará nada. En una sociedad en la que la diferencia sigue siendo un estigma, pensar que con una campaña se va a resolver todo, es pura fantasía.
Toda enfermedad supone dolor y por ello el sufrimiento psíquico debería estar a la altura de otras dolencias, prestarle la misma atención, y no debería ser mirado de otra forma ya que eso hace que las personas que lo sufren se sientan aisladas y no escuchadas. Entran en un laberinto del que les hes difícil salir, en el que se pierden, en el que no encuentran ayuda.
La mayoría de los malestares de esta sociedad están causados por nuestra forma de vivir y también por nuestras historias de vida, por eso generalizar todo en un mismo sufrimiento es un error.
Si a eso le añadimos la perspectiva de género las mujeres nos llevamos todo el lote. Se nos encerraba por «locas» o «histéricas» en los sanatorios y allí nos quedábamos sin más porque la sociedad lo permitía, permitía que cuando éramos molestas en nuestras familias, los hombres pudieran hacerlo. Ser lesbiana, promiscua, no querer tener relaciones sexuales, cualquier cosa que molestara era razón para entender que debíamos estar aisladas.
Me encuentro en los talleres a muchas mujeres en esta tesitura, les han dicho que tienen esto, o lo otro, diagnósticos que las encierran en una cárcel imaginaria de la que les es difícil salir. Una vez que en tu expediente médico figura un diagnóstico de salud mental, es lo primero que van a ver cada vez que te encuentres mal y vayas a ver a tu médico…no van a entender que esta vez estás triste porque acabas de perder a tu hijo, van a entender que eres depresiva y en lugar de escucharte te van a medicar.
Afortunadamente ahora la cosa ha cambiado…para algunas, ya que para otras se sigue usando ese rasero de la legalidad para internarlas sin su consentimiento, para decidir cómo deben ser tratadas sin tener en cuenta más que un diagnóstico. Casos de doble y triple discriminación silenciados, patologizados y estructurados bajo el yugo patriarcal.
Se puede salir de ese laberíntico círculo vicioso con el #Autoconocimiento y con el #ApoyoMutuo.
Sanar las #heridas y cambiar el #GuionDeVida no es fácil pero tampoco imposible.
Entender las historias de vida de las personas con sufrimiento psíquico es esencial para poder acompañarlas en su proceso desde el #Buentrato y el #RespetoALaPersona, porque etiquetar es violencia, patologizar todos sus actos es violencia, medicarlas hasta que pierdan su identidad, encerrarlas, atarlas, esterilizarlas, privarlas de autonomía social, infantilizarlas…todo esto es violencia y si no lo vemos, es que estamos del lado del/a opresor/a.
El proyecto en el que estoy involucrada, junto a mis compañeras de la Asociación Semillas de Buentrato, trata justo de esto. De dar acompañamiento consciente y responsable como alternativa a la hospitalización. Dejar que sea, en este caso la mujer que sufre ese sufrimiento psíquico, quien decida cómo quiere atravesarlo, y voy más allá, escuchar y bucear con ella en su biografía para intentar ver de dónde viene, cómo surgió y poder ponerle nombre real a lo que sufre.
Este proyecto es una Casa de Cuidados (de momento Casa Abierta) para mujeres en crisis. Todavía está en pañales, pero vamos bien encaminadas. En el proyecto se reúnen tanto profesionales de la psicología y psiquiatría que no están de acuerdo en el tratamiento actual, como asistentes y trabajadoras sociales, agentes de igualdad, arterapeutas, y por supuesto y casi lo más importante: mujeres que sufren en primera persona ese sufrimiento psíquico, porque quienes mejor que ellas para determinar cómo quieren ser tratadas.
Locas (así se llaman así mismas) maravillosas, que alzan su voz, que reivindican sus espacios y que no van a dar un paso atrás. Algunas pertenecientes a colectivos como Orgullo Loco, InsPiradas, Flipas Gam…(en estos colectivos también hay hombres, por supuesto)
Un proyecto de mujeres para mujeres, un proyecto de amor, de salud y de mucho respeto, desde el Buentrato y para el Buentrato.
Y para terminar, os comparto un vídeo muy interesante de cómo se siente una persona que siente ese tipo de sufrimiento. Escuchar testimonios en primera persona, es el primer paso para empezar a cambiar desde dentro, para empatizar, para entender.
Necesitamos más escucha, necesitamos humanizarnos, espacios para compartir, en resumen, más amor.
¡Celebremos la diversidad!
