
Este sábado tuvimos taller y fue estupendo.
El título elegido: Del «amordarse» al amor darse, haciendo un juego de palabras que utiliza Pilar Aguilar cuando habla de cómo las mujeres nos amordamos (ella es jienense y lo pronuncia así) a las relaciones dejando atrás lo que queremos.
En este marco comenzamos la mañana conectando con las veces que hemos dejado de lado cosas que nos importaban cediendo frente a las demás personas. Renuncias que en algunos casos se quedan enquistadas y nos generan frustración y malas relaciones.
Históricamente las mujeres tenemos un rol de cuidado y sumisión en la pareja, un rol que viene marcado y dado por la sociedad, un mandato que circula por nuestras venas a la misma velocidad que la sangre.
Nos han contado que hay que aguantar, que hay que dar placer, que hay que postergar nuestros sueños por la armonía de la pareja o para satisfacción de otras personas, y de esa forma sólo caemos en el servilismo, de esta manera y a lo largo de la historia hemos renunciado a estudiar para casarnos, a trabajar por ser madres, a tener pareja por cuidar de nuestros padres…y un suma y sigue con variables para todos los gustos.
Nos sobrecargamos con demandas ajenas porque, total, ¿qué nos cuesta? Pues está claro que sí nos cuesta, que renunciar y ceder nos pasan factura. Naturalizar esos mandatos simplemente porque nos han contado que forman parte de nuestra condición femenina es situarnos en la renuncia a nuestras propias vidas, a nuestros propios sueños.
Se nos ha vendido tanto la idea de que sin una pareja no somos nada, que en ocasiones cuando la encontramos o cuando la tenemos vivimos en una eterna lucha por no perderla y en esa lucha, a veces unilateral, nos erigimos como centro de todo lo que pasa en ella y nos sacrificamos hasta el límite anteponiendo casi siempre sus deseos a los nuestros.
¿Cuándo fue la última vez que pensaste en lo que tú quieres? ¿En si te apetece realmente ese plan que te está proponiendo? ¿En tus planes a futuro?
En esa idea que nos venden, el papel de regalo es el amor romántico, del que tanto se habla, ese que nos enseña a estar disponibles, a ser buenas esposas, a dejarlo todo por amor, al todo vale!
Y no vale todo!
Empezamos a amoldarnos a situaciones que nos parece que no son graves y finalmente podemos acabar en relaciones tóxicas o violentas. Este proceso se ve estupendamente a través de la dinámica de la telaraña del abuso, de Trinidad Soria López, en la que podemos ver como, paso a paso, se puede entrar en una relación dañina. Ella lo marca en siete pasos:
- Degradación: insultos, críticas, descalificaciones, ridiculización, sabotaje, humillación…
- Cosificación: Ignorar su presencia, negarle la palabra, invadir espacios, imponer relaciones sexuales, exigir cómo debe ir vestida, peinada, dar órdenes, exigir obediencia, tomar decisiones unilaterales.
- Intimidación: Amenazas, agresiones físicas, agresiones sexuales, violaciones, gestos o miradas amenazantes, gritos, acoso telefónico, vigilancia, crear desorden, conducción temeraria
- Privación: controlar o restringir salidas u horarios, decidir qué puede o no hacer, dejarla al margen en salidas sociales, prohibición de relaciones familiares, retención en el hogar, ocultar información económica, denegar el acceso a bienes comunes, poca asignación económica, rendimiento de cuentas, endeudamiento sin su conocimiento.
- Sobrecarga de responsabilidades: actuar como si fuera el dueño de la casa, tratarla como si tuviera que estar a su servicio, revisión de las tareas domésticas, imponer tiempos y espacios, no participar en tareas, culparla de los problemas familiares
- Distorsión de la realidad (luz de gas): Utilizar argumentos contradictorios, usar la ilusión de alternativas, lenguaje vago y confuso, tergiversar acuerdos, elogiar-humillar, imagen social opuesta a la que tiene en casa, olvido de promesas, engaños, mentiras, cambiar objetos deliberadamente, manipular el estado físico.
- Estrategias defensivas: Restar importancia a los hechos, argumentar a su favor, racionalizar lo que hace desde la lógica, desviar los problemas, negar la violencia, olvidar lo ocurrido, chantaje emocional.
Y es que nos han vendido el amor romántico como la salvación, nos han contado que siempre habrá un príncipe que nos dé la mano, nos suba al caballo y nos salve de la bruja y lo único que hemos conseguido ahora es llega a demonizar el amor, a confundir el amor en toda su extensión a ese tipo de amor y además a dejar de lado toda su parte romántica, metiéndola en el mismo paquete, y de esa forma parece que todo aquello que suena a sensible o bonito ahora no se puede hacer… ¿por qué no preparar algo bonito para tu pareja? para volver a conectar, para relajaros, para daros placer…eso no está reñido con nada. Tú decides!
Darnos cuenta de dónde cedemos en nuestras relaciones y a dónde nos lleva nos puede dar pistas para aprender a negociar en ella, para aprender a poner límites, pero antes que nada, para escucharnos y saber qué es lo que realmente queremos nosotras.
A medida que cedemos vamos perdiendo nuestra propia esencia, nos vamos diluyendo, nos vamos «amordando«, cuando lo que necesitamos es darnos amor para salir de esa tesitura.
Para empezar a darnos amor tenemos que empezar a conectar con todo aquello que siempre nos ha gustado hacer, debemos empezar a construirnos de nuevo desde el buentrato, dar luz a nuestras sombras, negociar y renegociar cada día de nuestra vida, tanto con nosotras mismas como con quienes nos rodean en nuestro cotidiano y para ello debemos también buscar entre nuestras habilidades y fortalezas.
Conocer nuestras habilidades y fortalezas nos dará una pista de con qué herramientas contamos a la hora de negociar y además también nos dará la pista de dónde nos cuesta más poner límites.
El único camino para amarnos es conocernos y cuanto mejor lo hagamos, mejor nos amaremos.
