Una de las ventajas que tiene el feminismo es que cuando te pones las gafas moradas empiezas a ver la vida como es, y no como te la contaron o te la imaginaste.
Puedes estar viendo todos los días la misma cosa, incluso años y de repente un día tus ojos se abren a otra posibilidad y entonces comienzas a ver.
Hablo de micromachismos, esas pequeñas acciones diarias que un día empiezas a ver de otra forma y no sólo en la vida real, también en series, películas, canciones, vídeos…
Esta Navidad he tenido la oportunidad de ir a ver un musical, West Side Story, supongo que no destripo nada si digo que es la versión de Romeo y Julieta a ritmo de los 50’s americanos. Bien, he visto la película no sé las veces y es uno de mis musicales favoritos, pero cuando lo he visto en el teatro el otro día, mi estómago se encogía con los comportamientos machistas que antes me hacían tanta gracia…es decir, que cuando en mi adolescencia veía esta película, me parecía muy sexy eso de los chicos rivalizando por sus chicas…vamos, puro amor romántico listo para consumir.
Sin embargo, con mis gafas moradas puestas no podía más que pensar en cómo nos han vendido esos comportamientos como normales, en cómo todavía hay adolescentes y no tanto, que piensan que los celos son un ingrediente del amor, que las peleas son la salsa de las relaciones y con esos comportamientos seguimos sin avanzar ni un paso.
Lo importante, desde mi punto de vista, es seguir haciendo ver que eso NO es lo normal, que eso se llama machismo y que aunque sólo parezca una obra de teatro va más allá.
Está claro que al cruzar la puerta violeta que nos propone Rozalen vemos que no hay vuelta atrás, que aquello que alguna vez formó parte de nuestro imaginario, ahora forma parte de lo que no queremos ni para nosotras ni para las demás mujeres.
En un repaso rápido por las películas que llenan nuestra parrilla televisiva en estas fechas no hay más que mujeres corriendo detrás de machitos y sometiéndose a sus deseos, como si eso siguiera siendo lo que impera hoy en día en nuestra sociedad, como si las mujeres no hubiéramos abierto los ojos desde entonces y siguiéramos colgadas de Dani Succo, Zack Mayo, Johnny Castle o cualquier otro guaperas del montón.
Está claro que lo que hay ya no se puede revertir y que está bien verlo cada cierto tiempo para analizar cómo nos sentimos frente a lo que antes nos gustaba tanto, pero hay que tratar de concienciar sobre la necesidad de nuevos referentes en nuestra cultura, referentes que acaben con toda esa mitología del hombre poderosos y escultural que se lleva de calle a toda aquella mujer que se cruza en su camino y de paso hace con ella lo que se le antoja.
Frente a las películas con rancio olor a patriarcado están las que tienen un buen olor a feminismo y que muestran un giro en nuestro comportamiento, películas y series que apuestan por visibilizar el cómo nos han tratado y tratan, pero también cómo somos capaces de salir adelante reforzadas y más unidas que nunca: Big Little Lies, Liar, Heridas Abiertas, Feud, Roma, El cuento de la criada…
Haciendo balance de lo que ha sido este año, puedo decir que ha sido fantástico en los movimientos feministas, que hemos dado pasos de gigante pero aún nos queda mucho camino, sólo espero no dar un paso atrás ni para coger impulso. Mujeres de todo el planeta gritando juntas para parar al patriarcado, ese que parece gobernar cada día de nuestras vidas, pero ese que también empieza a tambalearse gracias a nuestro trabajo.
Así que ya sabéis, si escribís carta a las Reinas Magas, pedidles unas gafas de última generación para ver bien donde ponéis los ojos.
Feliz 2019 y que sea un año lleno de vida y buenos proyectos para compartir.
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